Quiero otro beso de nicotina en esta inmensidad inaprehensible de las montañas que parece que se acerca, se acerca pero nunca se la puede ver por completo a tu alma vagabunda, a tu alma errante que tropieza entre formaciones rocosas de lapislázuli mientras intento no desesperar cuando encuentro tus manos, cuando toco tu voz de ultratumba, casi siempre insatisfecha, casi siempre con ganas de más. Y nuestro encuentro se asemeja al contraste, a la mixtura humahuaqueña de colores, de calidez hogareña, a los cactus que pinchan si el capricho decide que el deseo se acerque a tocarlos para robarles una flor. No fuimos nada, fuimos fantasmas en la noche pueblerina, la visión de una visión de felicidad. Me conformo con haber formado parte de tu libro de pulseras. Quiero otro beso de nicotina antes de alejarme de las sierras.
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